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Por qué la música de Bad Bunny es mejor que la tuya

  • Foto del escritor: Ludwig Van Kinder
    Ludwig Van Kinder
  • 25 feb 2019
  • 3 Min. de lectura

Eres como una cascada, que desciende y desciende, y se derrama hacia mí” escribía un joven músico en su libreta de letras pensando en la genialidad de lo que terminaba de escribir, sonríe para sí. Luego de un par de horas guardaría su guitarra y se sentaría frente al ordenador para ponerse al tanto de las redes sociales.

En su feed, cientos de memes sobre “yo te boté”, la última canción de Bad Bunny, uno tras otro. Furioso, el joven músico empieza a reprender a todos ellos que comparten dichos memes, rogando a quienes considera moral e intelectualmente inferiores, dejen de hacer más famoso a ese imbécil que de músico no tiene nada. Ante los ojos del joven compositor, la música de Bad Bunny es de mal gusto, vulgar, carente de todo significado y calidad musical, atractiva a sólo aquellos babosos incultos que gustan de frotar sus cuerpos lascivamente unos con otros. ¿Cómo es posible que ese mediocre sea así de famoso mientras yo aquí me parto el lomo porque a mi banda la escuchen? -se preguntaba el joven artista-.



Esa frustración, esa rabieta lleva al joven artista a resentir a la industria musical, y después a la sociedad. No se da cuenta de que las cosas así son. En el medio triunfa el que sabe llegar a las masas, no el que escribe mejores versos. El que utiliza los recursos que tiene (sean pocos o muchos) para permanecer relevante y establecerse en el mercado, no el que estudió en la facultad miles de formas de modular de un tono a otro.

Usar más acordes cada vez más complejos, decorar tus canciones de rimbombantes progresiones y una estudiadísima técnica no te da el derecho inherente a ser un reconocido artista a nivel mundial. Y no, no es que la sociedad prefiera consumir basura o que la industria ya se haya vendido y nos prive de la buena música.


Lo que pasa, amigo mío, es que la música NO ES una meritocracia.


Mientras más pronto puedas quitarte la idea de que por ser (según tú) buen músico te da el derecho al éxito, o a la gente de la industria y sociedad la obligación de reconocerte, mejor. Gente hay con todos los gustos y el hecho de que no hayas triunfado a estas alturas de tu corta o larga carrera musical, sólo quiere decir que no haz alcanzado tu mercado potencial, que no haz aplicado la estrategia apropiada o que probablemente tu producto sencillamente no sea atractivo para el mercado que tú piensas debería serlo.


Esto no es razón para alarmarse. Es sólo una señal de que quizás necesitas estudiar un poco más de mercadotecnia y negocios, y empezar a ver tu arte como lo que realmente es: un producto. Pues te guste o no, estés de acuerdo o no, el romanticismo del siglo antepasado ya terminó. Los mecenas ya no existen, al menos no como antes. Y si puedes imaginarte por un segundo a tu artista favorito, ese que inspira la mayoría de tus canciones y por ese que fuiste a Mixup a comprar un CD cuando todavía se acostumbraba comprarlos, seguramente hasta él/ella se vendió para llegar a un mercado más amplio y te convenció, de un modo u otro, de que consumieras su música. Y sin embargo esto no tiene nada de malo, quizás hay algo más que le puedes aprender a los grandes y el cómo llegaron a serlo.

 
 
 

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