La escena la hacemos nosotros
- Ludwig Van Kinder
- 8 mar 2019
- 4 Min. de lectura
Para la gente que me conoce sabe que la semana pasada tuve una pequeña disputa con alguien a quien simplemente me referiré como Luis. A grandes rasgos, me terminó tachando de ignorante y pésimo músico por no conocer el himno de Oaxaca y su historia. Luis empezó a alardear de lo conocedor que es de los géneros latinos y de lo increíblemente versátil y bien estudiado que es, así como de lo tremendamente bueno que es tocando el piano. Por supuesto no faltó más que una sencilla pregunta teórica y publicar un par de capturas de pantallas para que el ego inflado se le desinflara y bajara de sus nubes. Sin embargo, comentando con un par de colegas, todos coincidíamos en que en las escenas musicales de Veracruz, ciudad donde vivimos, todos nos hemos topado con algún Luis que con sus comentarios negativos hacia otros músicos, contaminan la escena musical, y de un modo u otro frenan el desarrollo de la música en la comunidad. Pero ¿Qué podemos hacer?

Los más queridos recuerdos que tengo en mi vida como músico son, de hecho, momentos abajo del escenario. Me acuerdo, por ejemplo, estando en Cancún a punto de tocar en el Ecofest 2013 con Lupa, y recuerdo que la batería la había llevado uno de los músicos que iban a tocar en el evento y se notaba que el joven músico era principiante. Pues era una de esas baterías económicas, con los parches golpeados y llenos de cinta ducktape.
Cuando llegó la batería, pude ver el rostro de preocupación de todos los músicos presentes, pero en especial el de todos los bateristas, y tengo que recordarles que había músicos que habían volado desde varias partes de la República Mexicana e incluso desde otros países de Latinoamérica. Por supuesto que tocar en una de esas baterías de Mi Alegría, no estaba dentro de sus intenciones. Así que enseguida, los bateristas se acercaron al instrumento en cuestión y empezaron a discutir sobre cómo podrían hacerle para hacerla sonar mejor. Algunos se ofrecieron a prestar la tarola, otros sugirieron cooperar para nuevos parches, mientras que otros tantos se ofrecían a ir a buscar parches prestados con músicos locales.
Para que empezara el evento faltaban al menos unas ocho horas, así que tiempo había de sobra. Todos pusieron manos a la obra y como hormiguitas iban trayendo nuevas partes, o limpiando la batería, quitándole la cinta con un poco de solventes y afinando los parches recién cambiado. El ingeniero de audio del evento también se acercó para ver qué estaba pasando, y se ofreció a dar un par de tips para que la batería sonara lo mejor posible frente a los micrófonos.
En fin, para no hacer la historia más larga, al final la batería Mi Alegría, sonaba como un monstruo, al grado de que todos los que estábamos ahí presentes quedamos pasmados, pues vimos la transformación de la inofensiva batería, que casi como licántropo, a la luz de la luna llena se transformaba en una bestia feroz que rugía e intimidaba a todos los presentes.
Me atrevo a decir que si el evento fue un éxito rotundo, en gran parte se debió a la sinergia que logramos alcanzar la mayoría de los músicos, pues la actividad grupal generó un ambiente de compañerismo.
En ese mismo evento, la bajista de nuestro grupo traía un bajo con un falso contacto que en la prueba de sonido se descompuso. Al instante, uno de los músicos de la banda que nos precedía se ofreció a prestarle el bajo y la prueba, así como el show, transcurrieron con tranquilidad y después del show, todos empezamos a tomarnos fotos, intercambiar redes sociales y platicar despreocupadamente como si fuéramos amigos de toda la vida.
Sin embargo, ya en mi natal Veracruz, la escena que me ha visto crecer como músico, es muy diferente a la de esta anécdota. Me he topado con una escena fragmentada, con pequeños núcleos donde las bandas compiten unas con otras por la atención del público y lugares donde tocar. En esta escena el compañerismo es algo intermitente, y parece que esconde como máscara a la conveniencia e hipocresía.
Aunque por otro lado entiendo de dónde viene. Toda escena es delimitada por los espacios donde el arte puede expresarse, y en este caso, la música en Veracruz parece sólo florecer en bares y antros. Más que eso, son bares y antros donde para tocar se necesita tener “planta”, lo que significa que las mismas bandas están siempre tocando en los mismos lugares. Es por esto que el resto de bandas emergentes no tienen los foros o espacios necesarios para darse a conocer, y seguido tienen que recurrir a eventos, muchas veces organizados por ellos mismos y en pequeños colectivos que por supuesto, rara vez cuentan con el apoyo de patrocinadores ni presupuestos importantes.
Sin ánimos de sonar a sermón dominguero, empiezo a sospechar que una buena escena comienza desde la actitud de sus integrantes. Para mí, como músico miembro de una comunidad musical, el primer paso consiste en alentar a otros músicos a que sigan adelante. No podría terminar de expresar lo mucho que se iluminan los ojos de los músicos que he conocido a los que les he dicho “tienes buenas ideas, nunca dejes de crear ¡échale ganas!”. Si el otro músico te ve como una figura de autoridad, esto significará el mundo para ellos y los alentará a hacer lo mismo más adelante. Así mismo, te verán como un ejemplo a seguir y empezarán a imitar estas conductas positivas en su vida musical.
El individualismo es la fuente de mucho de los problemas de la escena musical. Supongo que la teoría es que echando abajo a los otros, uno parece estar más arriba. Sin embargo, la realidad de un mundo globalizado es otra. Al final, cuando la banda de al lado le vaya mal en su lanzamiento en Spotify, eso no te acercará a ti más de estar a la par con los grandes, sino todo lo contrario.
En una escena nutrida, la voz se corre más rápido, y la sana competencia depura la música y la hace más competente frente al mercado. ¿Por qué crees que la mayoría de las bandas importantes salen casi siempre de las mismas ciudades?.
Empecemos a construir y reconstruir la escena. Dejemos de pensar como individuos y empecemos a pensar como un conjunto de músicos. Apoyémonos y demos la mano a quien lo necesita. Solo así la escena crece, y si la escena crece, con ella nosotros.
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