top of page
Buscar

¿Se puede producir una canción/video musical usando nada más que un celular?

  • Foto del escritor: Ludwig Van Kinder
    Ludwig Van Kinder
  • 5 mar 2019
  • 6 Min. de lectura

No es el arco, es el indio” es una frase que oí de Rito Fortaleza y que se ha vuelto eje central en mi manera de ver la producción musical (y quizás la vida misma). Yo ya sabía de uno que otro proyecto que de un modo u otro, consistía en solo usar smartphones, sin embargo quise aprovechar mis vacaciones en Ixtapa para poner a prueba esto y ver si es, además de posible, práctico o hasta recomendable.



Antes de adentrarnos, pongamos un par de reglas: la primera, por supuesto, usar el celular al 100%. Desde la composición, grabación de instrumentos (reales o virtuales), así como también usar el micrófono y la cámara del celular. Incluso, ahora mismo escribo este artículo en el bloc de Notas de mi celular y publicaré este artículo usando la app de Wix.

Segunda regla es no gastar ni un solo peso. Por supuesto hay muy buenas alternativas a programas de estación de audio que rondan al rededor de los 20-40 dólares, o la mayoría de los DAWs (Digital Audio Workstations) que encontramos para smartphones incluyen opciones extras que son de paga, pero de esto lo abordaremos a fondo ya entrados en tema.

La última y tercera regla es componer algo original, esto con el fin de probar de primera mano cómo es el proceso creativo y la preproducción usando estas herramientas. No me queda más que añadir que para esto ocupé un iPhone 8 usando iOS 12.1.4 y unos audífonos presonus HD7.


Me fui de vacaciones cuatro días, de sábado a martes, y para ser sincero el primer día lo ocupé totalmente para descansar (a fin de cuentas a eso iba), sin embargo el domingo empecé a bosquejar un par de ideas en Groovebox al borde de la alberca, más que nada para familiarizarme con la interfaz. La ventaja de esta aplicación es que su interfaz es muy sencilla, y no te presenta más información que la más mínima y necesaria, básicamente primero añades un instrumento, empiezas a dibujar notas en la cuadrícula o grabas con el metrónomo, y añades otros instrumentos hasta conformar la sección. Luego organizas las diferentes secciones y en teoría ya tendrías todas las piezas para armar tu canción.


Sin embargo, el primer obstáculo que me topé fue que no todos los instrumentos son gratuitos, esto no fue un gran inconveniente porque hay varios que son gratuitos, pero solo te da control sobre un par de parámetros, generalmente sustain, distorsión, un delay y un filtro LP. Todo lo demás tiene un costo extra. Todo esto terminó siendo más o menos trivial pues de todos modos pensaba mezclar la canción en GarageBand.

Así pues, el resto del domingo me puse a probar cosas a ver qué salía y acabé el día con un tema A, un tema B y un par de ideas para el intro y uno que otro puente (ah, y un par de piñas coladas en el buró).


La mañana del lunes fuimos al mercado de artesanías y aunque no pude avanzar nada tangible ahí, en mi mente tenía la melodía atorada y empecé a darle forma a la canción. Finalmente al llegar al hotel decidí empezar todo de cero con las nuevas ideas que había barajado en mi cabeza. Y así regresé con la experiencia que había obtenido jugando con Groovebox y una excelente actitud. Sin embargo, la idea original era ya acabar el lunes con la canción y grabar la puesta de sol para el video musical,pero era evidente que esto no iba a ser posible, así que decidí mejor pulir la canción el resto del día, averiguar la logística de exportar todo de Groovebox a GarageBand y dedicarle las primeras horas del día siguiente al video. Es en este punto que empecé a experimentar un pequeño crunch time y empecé a cuestionarme si podría tener todo listo a tiempo.


Para ser sincero ya me estaba enamorando de Groovebox, pero al llegar el momento de exportar y mover todo a GarageBand, todo se fue cuesta abajo. Primero intente exportar todo por piezas, pero esto lo hace el programa exportando un comprimido Zip, que ninguno de mis apps podría reconocer y menos extraer. Finalmente me resigne a manualmente exportar cada instrumento de cada sección uno por uno, y terminé con algo así como 12 archivos que si bien no son muchos, fue un proceso innecesariamente tedioso.


Luego, al pasar a GarageBand, con el que tengo un poco más de experiencia, lo difícil fue encontrar, de entre tantas funciones, la opción para importar loops y acomodarlas en pistas y curiosamente me ocurrió lo opuesto a Grooovebox, pues cuando al principio la interfaz me agobiaba de tantas opciones, una vez que encontré el camino, hasta me nutrió de nuevas ideas y opciones para enriquecer la canción. GarageBand tiene una opción donde puedes depositar todos los loops en una cuadrícula y en tiempo real ir metiendo y sacando secciones enteras o pistas individuales, lo cual fue bastante útil para probar nuevas ideas y construir la forma de la canción.


Para este punto ya eran algo así como las once de la noche y ya había como siete vasos de lo que alguna vez fueron siete piñas coladas y yo ya empezaba a cansarme. Me preguntaba si debía dejar la canción así o dedicarle un poco más de tiempo. Fue aquí donde descubrí el verdadero poder de GarageBand pues opciones como los acordes automáticos, secuenciadores y el smart drummer te permite barajar ideas elaboradas con el mínimo de esfuerzo y jugando con el percusionista virtual me di cuenta de que sonaba muy bien un par de congas y bongos así que me animé a añadir más cosas hasta darle una forma que me gustara a la canción. Finalmente un par de cuerdas y uno que otro detalle y ya estaba lista para la mezcla.


Mezclar en GarageBand es curiosamente sencillo; las opciones de la pista te dan acceso inmediato a un ecualizador básico (añadir o quitar graves/agudos) un compresor y la opción de añadir reverb y delay. Honestamente ya me había resignado a estos controles limitados, sin embargo descubrí que puede uno acceder a un ecualizador paramétrico y a los controles del compresor que uno encontraría en un DAW completo. Y de pronto me sentía más en Logic X más que en GarageBand.

La mezcla la terminé en más o menos 20 minutos y supongo que GarageBand automáticamente hace un master sencillo al exportar, probablemente sólo normalizando la pista, porque no encontré ninguna opción para masterizar como tal. Supongo que de haber querido hubiera podido exportar la canción y reimportarla para masterizarla pero no fue necesario porque quedé convencido con la pista tal cual. Así que la exporté, regresé a pulir un par de detalles y quedé satisfecho con el producto final más o menos a eso de la una de la mañana.


A las 7:30 am del martes sonó el despertador y en seguida me fui a la playa a grabar un par de tomas para el video y a eso de las 9:00 am ya tenia armado en VUE un video que era más o menos de mi agrado. Finalmente en iMovie importé el video y la canción, puse un par de títulos y exporté el producto final a eso de las 11:00 am, justo a tiempo para recoger mis maletas y entregar el cuarto.


Sin más, el resultado lo pueden oir aquí:




Conclusión

Los smartphones hoy en día son herramientas poderosas, sin embargo lo que los sigue limitando a comparación de DAWs profesionales es la interfaz gráfica. Con pantallas tan reducidas, la cantidad de información que uno puede mostrar en pantalla es mínima y aunque con el tiempo se desarrollan alternativas cada vez más creativas para evadir estas limitaciones, esto sigue siendo el principal problema con los DAWs móviles. Por otro lado, estas apps se lucen en comparación con sus análogos de escritorio cuando se trata de usar los sensores del dispositivo como controlador para los instrumentos virtuales, y los mismos nada tienen que envidiarle a los instrumentos virtuales para PC y Mac.


Desde el punto de vista tecnico musical, la mayor de estos daws están basados en secuenciadores orientados a la música electrónica, por lo mismo la interfaz, y por tanto el proceso creativo, suele centrarse en componer secciones y luego jugar con las secciones. Si quieres introducir compases irregulares o romper la simetría de cualquier otro modo, esto se viene abajo. Una ventaja peculiar que encontré fue que, acceder a los instrumentos virtuales muy rápido, empezar a bocetar ideas y componer resultaba un proceso bastante natural, y al estar constantemente cambiando de herramientas (apps) empiezas a centrarte en la logística de mover cosas de un programa a otro, y empieza a sentirse como un rompecabezas. Ciertamente algo que nutrió mi proceso creativo, obligándome a pensar la música constantemente de otro modo, aunque entiendo cómo esto pudiera frustrar a muchos otros.

En fin, la verdad me divertí y me veo componiendo de este modo en el futuro, en especial cuando me vaya de viaje o de otro modo lejos del ordenador por mucho tiempo.

 
 
 

Comments


©2019 by El Faro Studios.

bottom of page